El ojo produce dos tipos de lágrimas: la de llorar a causa de las emociones y una lágrima continua basal que se necesita para que la superficie ocular esté siempre humedecida. La lágrima se dirige a un «desagüe» situado en la parte más interna de los párpados, y que comunica con la nariz, lo que conocemos como vía lagrimal.
En condiciones normales, nuestra lágrima debe desaguar del ojo hacia las fosas nasales para cumplir así́ un circuito que protege nuestros ojos de agentes externos y nos permite el recambio constante de hidratación.
Pero a veces el “desagüe” del sistema lagrimal puede sufrir alteraciones en su calibre e incluso llegar a obstruirse. Esta situación deriva en un lagrimeo constante, molesto y patológico que puede afectar a la vida cotidiana, además de producir infecciones frecuentes y recidivantes (dacriocistitis, conjuntivitis).
El tipo más frecuente de obstrucción lagrimal es la que afecta al final del recorrido de la lágrima, en la parte baja del conducto lacrimal, en su salida hacia la nariz.
Los síntomas de la obstrucción de la vía lagrimal
La obstrucción de la vía lagrimal puede producirse en bebés que nacen con el lagrimal obstruido o en personas mayores. En estos últimos se conoce popularmente como una “rija”, siendo una enfermedad muy común para el oftalmólogo oculoplástico con un tratamiento muy eficiente.
Esta obstrucción produce un lagrimeo continuo muy molesto, que incluso puede llegar a provocar cuadros dolorosos agudos asociados a infección.
El lagrimeo excesivo en la población adulta es un síntoma común. Viene acompañado con asiduidad de una irritación de la superficie ocular y, por lo tanto, al ojo rojo además de alteraciones en la piel de los párpados. Estos síntomas se han convertido en el motivo de consulta oftalmológica muy frecuente en Atención Primaria.
También son frecuentes estos otros síntomas:
- Sensación de ojo húmedo
- Visión borrosa
- Conjuntivitis de repetición, es decir, ocurre varias veces al año
- Inflamación en la piel del párpado por el lagrimeo constante
- Infecciones del saco lagrimal
Los problemas más frecuentes como consecuencia de la obstrucción de la vía lagrimal
- Dacriocistitis
Al quedar la lágrima remansada en la vía lagrimal se puede infectar, produciendo lo que se denomina una dacriocistitis, la cual a su vez conlleva a conjuntivitis de repetición, infección crónica de los ojos e incluso de la piel que rodea los ojos.
- Lagrimeo (epifora) por drenaje insuficiente
El lagrimeo excesivo o epífora es un síntoma muy frecuente que puede deber a un exceso de producción de lágrima que usualmente es por una irritación de la superficie ocular causado por ejemplo por una alergia o por el ojo seco, o a un defecto en la vía de evacuación de esta (drenaje insuficiente).
En cuanto a la epífora por drenaje insuficiente, hasta el momento no se ha estudiado con precisión su prevalencia. Un antiguo estudio demostró que la proporción de pacientes con obstrucción de la vía lagrimal se incrementaba a medida que avanzaba la edad: desde el 14% a los 40 años hasta el 35% a los 90.
La frecuencia y la evolución natural de la epífora en la infancia son perfectamente conocidas. Varios estudios demostraron defectos del drenaje lagrimal en hasta el 20% de los niños de una cohorte de casi 5 000 que fueron estudiados hasta cumplir un año. Al mes de vida, el 95% de los positivos se habían vuelto sintomáticos, y al año se había producido la remisión espontánea del 96% de los casos.
¿Qué tratamientos se pueden llevar a cabo?
Tal y como mencionábamos anteriormente, el tipo más frecuente de obstrucción lagrimal es la que afecta al final del recorrido de la lágrima en su unión con la nariz.
La corrección de esta patología tiene una solución muy efectiva; la dacriocistorinostomía (DCR). Esta técnica quirúrgica se basa en realizar una nueva ventana ósea en el hueso lagrimal que comunique el saco lagrimal con la nariz, a fin de superar la obstrucción que se ha creado.
La DCR clásica o externa, tiene dos puntos importantes: el acceso en la piel entre el ojo y la nariz, dejando una cicatriz casi imperceptible. A pesar de esto, en manos expertas el éxito quirúrgico alcanza cerca del noventa por ciento.
La DCR endoscópica, la cual se realiza con ayuda de una cámara y pantalla de televisión. Basada en los mismos principios que la técnica clásica, con la diferencia que el acceso es por las fosas nasales sin necesidad de incisiones en la piel. En general el éxito es algo menor que la técnica clásica, pero en manos expertas este porcentaje llega a equiparase.
En cualquier caso, la intervención suele durar unos 45 minutos y puede hacerse con anestesia local y sedación o anestesia general dependiendo del caso. Cualquier técnica se realiza de forma ambulatoria y permite la incorporación a la vida laboral activa de forma precoz.